Fue en el café
de la esquina;
tú te
frotabas la cara y yo
el vicio de
encontrarte
los labios
en el rostro.
Memorizabas
del menú las bebidas
para no
mirarle de nuevo antes de
ordenar,
y yo miraba
el invierno de la puerta
esquivando el
otoño
que
guardabas bajo tu falda.
Fue en el
café de la esquina,
donde una
vez trace cartografía
de tus palmas,
le
encontramos penínsulas
a nuestras
manos juntas
y el atajo
a
mi apartamento.
Hoy; el
rededor de un abismo.
Fue en el
café de la esquina:
-Dos espresso
medianos,
una charola
sin propina,
y mis pies retornando
a recoger de
mi repertorio
los
cabellos que me dejaste
acomodados sobre
la guitarra…