viernes, 15 de julio de 2016

Mi anhelo...

Siempre he anhelado; 
un par de brazos que 
me rodearan cuando 
en un rincón 
o sobre la cama,
de mi infantil y frágil 
cuerpo de niño nacieran 
lágrimas. 
Unos labios que besaran 
las húmedas mejillas cubiertas 
por la inocente piel en mi 
rostro, 
unos hombros que soportando
las raíces del retoño que 
brotaba, 
lo encaminarán y guiarán por 
el jardín que es la vida.
Que le mostrarán cuando beber 
de la lluvia y cuando abstenerse, 
a cuidar sus pétalos y vástago 
que los sostiene, 
que su amor no se marchitase 
ni condicionará cuando 
de nutrirme fuera tiempo.
La voz de un hombre, 
al que con la mía dulce 
contestara: 
Gracias por todo, 
por no irte,
por ser mío. 
Gracias papá... 

Ya no estás...

Ay amor mío;
ya no estás. 
Bajo mi almohada 
el dolor teje tu ausencia
punzante su veneno abate 
contra mi cuello.
Ay amor mío; 
ya no estás. 
Tu fragancia, risas 
y caprichos en mi 
permanecen, 
como beso en la mejilla
que se  expande por la piel, 
como ceniza que enrojece
las pupilas,
como cigarrillo intoxicando 
mi sollozo,
en mis labios, 
cuando gritan: 
¡Ay amor mío!
Ya no estás...

jueves, 7 de julio de 2016

Dime que no, que no...

Te has tardado mujer.
Por favor.
Dime que no, que no.
Enserio lejana,
casi perenne.
Yo con las manos cansadas,
¿se han tardado mujer?
Dime que no, que no.
La mirada claustrofóbica,
el plomo como oxígeno;
casi muero mujer.
Dime que no, que no.
Un cigarrillo, dos,
y tú seguias perdida,
intoxicándome,
tres cigarrillos, diez.
Dime que no, que no.
Sí, que si cada vibrar
bajo tus tobillos,
el cielo,
el sol,
eran yo.
Dime que no, que no.
Arrancándome tu imagen,
arrancándote de mi el atisbo
en la regadera,
tú,
sí, que sí permaneces.
Que esto es casualidad,
que no hay más verdad en ti,
que no hay verdad irretornable
en nosotros.
Que sí, que sí te amo,
que sí, que sí regresarás.
Por favor amor mío,
dime que no, que no...

sábado, 2 de julio de 2016

Catarsis...

Haya o no haya inspiración.
Sin atardecer cubriéndome,
sin pétalos de plomo
en la garganta,
sin teñirse la vida bajo mis
párpados.
Blasfemando aún,
con o sin amoniacas llagas
en la lengua,
con las manos cansadas
o tiesas,
el pulso quebrado o in avanti.
Huyendo de amores,
cargando indulgencias en el
bolsillo.
Fumando lento,
bebiendo raído,
escribiendo maldiciones,
¡carajo aquí me tienes!
Besándome con tus helados
labios,
tú amándome, amándome amándote.
Siendo endospora en la
fiebre,
cáncer en metástasis.
Envenenando,
enfermando,
pero sobre todo
vivo.
¡Vivo chingada madre!