martes, 23 de junio de 2015

Noche...

¿Qué quieres de mi?, noche,
No me dejas conciliar sueño
y mucho menos me das motivos
para hacer perenne este insomnio.
Me mantienes alerta ante nada,
y tus inquietudes despiertan
mi memoria.
¿Qué quieres de mi?, noche,
Si no me das ni un minimo verso,
mejor lárgate...
mayor inspiración he tenido de
habitaciones menos oscuras
y lúgubres que tú.
¡Qué quieres de mi!, noche,
¿A dónde se fue tu encanto somnífero?
aquel que me hacía caer rendido y
sonámbulo de dedos,
alcoholizado de inspiración tan
acostumbrado a escribirte odas
y una que otra elegía.
¿Qué quieres de mi?, noche...
Porque si solo es capricho,
lo siento, despertaste al loco
equivocado.
Lárgate, si ya me has olvidado,
¡Lárgate!
que ya estoy harto de tus miserias.
Sigo sin cambiarte por las
pesadillas...



Tus labios...

Suaves, como seda,
dulces, cual risa primera
de un infante,
tiernos, como retoño de rosa,
seductores, cual pulso de
pianista...
Adictivos, así son tus labios;
toda tú.
Más agresivos que la heroína
y más alucinantes que la mescalina.
Prohibidos, así son tus labios,
tesoros; par de rubíes,
malditos, así son tus labios;
mi condena, mi atadura.
Tuyos, tan tuyos,
así son tus labios,
egoístamente solo te pertenecen,
te visten,
te adornan,
te vislumbran,
te forman solo a ti...
y me hacen prisionero,
solo a mi.
Mortíferos,
¡así son tus labios!
y esclavo de ellos,
así es mi corazón...