De lo que soy y lo que queda,
hoy se bifurca
un limbo entre la vejez
encontrado volumen de melancolía
y la conciencia de haber vivido
-muy bien vivido.
Crece la arena que me encuentra
para después cubrirme
y comprendo el conflicto
en el algoritmo lingüístico
donde se ponen puntos
y se dejan de contar tildes.
Levantaré también,
una piedra muy dura
con grietas para tallar
mi nombre,
profundo,
oído de la métrica
que hoy me cubre la carne
y olvida lúgubres
mis memorias;
un último pájaro
y polvo
acumulados.
Estoy, por otra parte,
sabido de mi posición
y en no dejar consejos,
ni provocarle a mi cuerpo
la herbolaria de los morteros.
Hoy,
dejo mis leguas repartidas
hasta donde alcance mi picotazo,
de lo que inicie
y
(que con tristeza
pero ternura)
no voy a terminar...
Eduardo Arrequin
lunes, 25 de septiembre de 2017
jueves, 14 de septiembre de 2017
Calcada...
Mujer,
te has llenado de juramentos
y plantas vacías
dónde no encontrarás el calor
ni sabor
que te gustan.
Has llenado tu territorio
de infantes y nichos;
para excusar
y zumbar en sombras
la dilatación del silencio
y su obligado volumen.
Mujer,
no encuentro en ti
las manos que vengan
a salvar nada,
ni ficciones,
ni trayectoria en algún firmamento
de nuestra expectativa aromada
y triste.
Inhabitada,
no hay en ti menor advertencia,
sutil ceniza,
espacio, ni garganta, ni carne.
No encuentro en ti
la menor ofensa,
ni los años con que tu frente
me prometia ser tu hijo
y tu mi hermana.
Mujer
madre
o cuerpo desnudo;
yo ya dejé de ser tu amante...
te has llenado de juramentos
y plantas vacías
dónde no encontrarás el calor
ni sabor
que te gustan.
Has llenado tu territorio
de infantes y nichos;
para excusar
y zumbar en sombras
la dilatación del silencio
y su obligado volumen.
Mujer,
no encuentro en ti
las manos que vengan
a salvar nada,
ni ficciones,
ni trayectoria en algún firmamento
de nuestra expectativa aromada
y triste.
Inhabitada,
no hay en ti menor advertencia,
sutil ceniza,
espacio, ni garganta, ni carne.
No encuentro en ti
la menor ofensa,
ni los años con que tu frente
me prometia ser tu hijo
y tu mi hermana.
Mujer
madre
o cuerpo desnudo;
yo ya dejé de ser tu amante...
domingo, 3 de septiembre de 2017
Memoria...
Como torre amurallada
se levantará mi cuerpo frente al tuyo,
una memoria en los nervios habrá
de proteger la impenetrable
transparencia de mi cólera
y tu faz de mirada olvidándome.
Puedo recorrer también,
un sendero de tu cuerpo extrañando
mis mínimos instantes,
una trayectoria que se repetirá
hasta que un disparo de melancolía
se pase por tus labios
y también memoricé los míos,
o tu garganta se expanda
por la sepia de mi nombre.
Yo proyectaré tu espalda
con mis plantas en la tierra,
un desliz en la ceniza
y mi frente tocando un resplandor
de tu luz cerrando un aplauso
entre tus palmas
y mi último acto.
No te desarrollarás por mi piel
hasta que termine de caer
el milagro del cristal en mi muerte,
que no te roerá por la noche,
pero despertará en tu cama
y su ruído cansado te acabará
la sonrisa y las mejillas,
como un descanso
de mi calor merecido.
Alabando tu geografía,
tal vez también te pida un excusa
-mi silencio,
un calcar de figuras que conforman
unos íris marrones
y el lunar de tu barbilla...
No te esperaré en mi búsqueda,
tan normal,
presentiré
como tomar tu tu ausencia
en la medida de no tenerte
o extrañarte en mi humanidad
de no haberte perdido,
ni haberte tomado
cuando mi mis brazos
lograron ser,
del mismo modo,
la piedra que trozó
los tuyos...
sábado, 17 de diciembre de 2016
En la esquina del tiempo...
Preferiría cerrar los puños
sin necesitar
mirarte
bajo la escarcha
entintada
de las 4:47,
atraparte en los párpados
que se negarán a
retenerte
bajo su
velo,
no acostumbrarme a
la
nobleza de
nuestras palmas
mordiéndose
insaciables,
al sigilo de las
palabras mordaces
y a la cabeza del
reloj burlándose
sobre nuestras
espaldas.
Preferiría que la
realidad
no tocara la
puerta en la mañana
del domingo,
que la carne no se
eche a perder
al terminar
diciembre...
no encontrarle mal
augurio
a nuestras ropas
en el suelo,
ni pretender que
se me esconderá
la cólera cuando voltees
a sonreírte en
el espejo,
sin encontrarle
recuadros al tratar de
reconstruir los
meses.
Preferiría que a
la pluma
se le acabaran las
constantes reflexiones
sobre el dios que
presume haberse
creado sin
permiso,
comerme el trigo
que vayan dejando
tus pies en el
recorrido por mi apartamento,
no cargar con
interrumpir la rutina
de tus brazos al roerme
las caderas,
ni el gusto
adquirido de bajar las
uñas hasta los
tobillos que prometen
no dejar de
frecuentar mis pantorrillas.
Preferiría que al
risueño aleteo de la casualidad,
se le escaparan
nuestros rostros,
Y al deseo,
se le olvidara como regresar
se le olvidara como regresar
a su patria.
miércoles, 30 de noviembre de 2016
Sin decir más...
No espero a encontrarme frente a mí,
contando como se paralizan las inevitables
coyunturas de un hombre sedentario,
al susurrarme el silencio,
tu presencia.
No rezaré a una falsa simbiosis
entre mis párpados,
y el sutil destello de sus iris
estremeciendo al atañer las mías.
No blasfemaré con sentirme
reconstruido
al mirarte caminar despreocupada,
rozando átomos estallando
entre nuestras manos de
incontenible
tacto.
No abusaré de la sonrisa
acompañando
cada retoño al brincotear tus
mejillas,
dando excusas de sentirme
inhabitado
al murmurar las cuadriculas
de un calendario vestido de inerme:
-Que me hace bien,
saber que existes...
sábado, 22 de octubre de 2016
En el café de la esquina...
Fue en el café
de la esquina;
tú te
frotabas la cara y yo
el vicio de
encontrarte
los labios
en el rostro.
Memorizabas
del menú las bebidas
para no
mirarle de nuevo antes de
ordenar,
y yo miraba
el invierno de la puerta
esquivando el
otoño
que
guardabas bajo tu falda.
Fue en el
café de la esquina,
donde una
vez trace cartografía
de tus palmas,
le
encontramos penínsulas
a nuestras
manos juntas
y el atajo
a
mi apartamento.
Hoy; el
rededor de un abismo.
Fue en el
café de la esquina:
-Dos espresso
medianos,
una charola
sin propina,
y mis pies retornando
a recoger de
mi repertorio
los
cabellos que me dejaste
acomodados sobre
la guitarra…
viernes, 16 de septiembre de 2016
Obertura I
Si has
recordado el beso
del
amado,
vete,
si es
amado tuyo es mío.
Si solo
ha blasfemado
el
labio contra el otro que
cede
hacia el momento;
entonces
no besa…
clava
su ajuga en la ceniza,
cocha
la piel contra la carne
inerte,
se
destila de la llaga el veneno
que
embriaga, apasiona y
no ama.
Pero si
ha engendrado,
un
retoño,
que con
los días brota con mi
nombre
y mi voz y
se
nutre de ti y del
tiempo
que no arruga en la mejilla
su vástago…
Ven,
no a
mi,
a
nosotros.
Que uno
solo se arrepiente cuando
cree que
ama a destiempo,
que llegó
antes,
o después,
o
nunca..
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